¿CÓMO VIVEN LOS EMBRIONES CONGELADOS?
Tras la Fecundación in Vitro los embriones que no son transferidos en fresco se vitrifican para su conservación. No hay límite de tiempo para la transferencia de un embrión congelado.
Los embriones se pueden congelar en varias etapas de desarrollo: desde el día de la fecundación, en ese momento todavía son una sola célula, hasta cinco o seis días después, en estadio de blastocisto, cuando ya tienen una masa de 200 células que va a dar lugar a todas las estructuras del embrión.
Los primeros cinco o seis días de vida los embriones crecen dentro de la membrana externa del ovocito y cuando las células rompen esta membrana (momento conocido como la eclosión del blastocisto) salen y se implantan inmediatamente en la capa interna del útero. Por eso este es el momento más tardío en el que es posible congelarlos. No hay límite de tiempo para la vida en estado de embrión congelado.
El proceso de vitrificación de embriones se inicia poniéndolos a nadar en una solución crioprotectora con la intención de impedir la formación de cristales de hielo. Posteriormente se aspiran suavemente los embriones hacia el interior de unas barritas de plástico blancas, las “pajuelas”. Éstas se meten en una máquina congeladora donde en poco tiempo están a -196ºC. Con el cambio drástico de temperatura los embriones quedan convertidos en un material sólido similar al vidrio. Posteriormente se introducen las pajuelas en un contenedor lleno de nitrógeno líquido.
La vitrificación de embriones es una técnica muy laboriosa y requiere unas manos muy entrenadas, pero ha mejorado muchísimo las tasas de embarazo ya que el porcentaje de embriones que sobrevive se acerca al 100%.
En cada uno de los contenedores de nitrógeno líquido hay espacio para 10.000 embriones. Viven en unos tanques con compartimentos en los que se colocan los hermanos juntos, en cubiletes de plástico, cada familia de un color. Dentro de los cubiletes es donde se depositan las pajuelas en las que puede haber uno, dos o tres embriones en cada una. Estas barritas llevan dentro una varilla también de un color determinado etiquetada con el nombre. Así, cada familia tiene su combinación de colores y códigos y en los ordenadores queda registrada su localización dentro del contenedor de nitrógeno líquido para poder identificarlos.